Personajes

Alfonso Diez

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Ojalá dejen a Obama

 

Cuando Harriet Beecher Stowe escribió La Cabaña del Tío Tom, no podía haber imaginado que 156 años después de la publicación de la novela llegaría ser candidato a la presidencia de los Estados Unidos un hombre con la piel de color negro, cuyo padre nació en África.

La novela de Stowe fue un parteaguas en la historia de aquél país. Se publicó el 20 de marzo de 1852 y fue probablemente una de las piezas que al armarse determinaron la Guerra Civil norteamericana, la guerra entre el norte y el sur, la Guerra de Secesión. La guerra entre los estados del norte que formaban la Unión y no querían más esclavitud de los negros, contra los estados Confederados del sur, que buscaban que las cosas siguieran igual. Eran dos visiones diferentes de la economía: Norte —Unión— industrial-abolicionista vs. Sur —Confederados— agraria-esclavista.

El presidente era Abraham Lincoln y la guerra duró cuatro años, del 12 de abril de 1861 al 9 de abril de 1865. Estuvieron involucrados casi tres millones y medio de soldados de ambas facciones y si tomamos en cuenta que en 1860 la población era de treinta millones de habitantes, nos encontramos con un 12% formando parte de alguno de los dos ejércitos que se enfrentaban por el trato a los negros.

Ganó el norte, pero los problemas raciales siguieron. Cien años después fueron asesinados luchadores sociales negros, Martin Luther King y Malcolm X, que seguían buscando mejores condiciones de vida y trato igualitario para la población de color. El Ku Klux Klan sería durante años la espada amenazante sobre la cabeza de este sector de la población. El Mississippi en llamas quedó marcado en la parte sur del país.

Estados Unidos es ahora sin duda diferente, tanto que los miembros de uno de los dos partidos mayoritarios han optado precisamente por un hombre de color, para ser su candidato a la presidencia en noviembre de este año. El Partido Demócrata escogió en la última fase de sus elecciones primarias, el 3 de junio de 2008, a Barack Obama como su candidato.

Lo seleccionó por encima de otros como Hillary Clinton, esposa del expresidente Bill Clinton y la primera mujer que tenía posibilidades de obtener la candidatura. Obama le ganó también a John  Edwards, que en 2004 había buscado la vicepresidencia junto a John Kerry para presidente. Edwards y Kerry perdieron frente a los republicanos Bush y Cheeney.

En la carrera por la candidatura a la presidencia quedó también en el camino Rudolph “Rudy” Giuliani, por el lado republicano. Giuliani fue el alcalde de Nueva York que se hizo famoso porque durante su encargo se dieron los atentados del 11 de septiembre de 2001.

Curiosamente, John Sidney McCain III, el candidato seleccionado por el Partido Republicano, no nació en Estados Unidos, lo hizo en Panamá, en la base aérea conocida como Coco-Solo Air Base y cumplirá 72 años de edad el próximo 29 de agosto.

Barack Hussein Obama Jr., por su parte, nació en Honolulu, Hawai, el 4 de agosto de 1961, por lo que cumplirá 47 años de edad, 25 menos que McCain.

Ninguno de los dos nació en la parte continental de los Estados Unidos, ninguno ha escogido a su compañero —o compañera— de fórmula, quien contenderá para la vicepresidencia, pero para el caso de Barack, Hillary ya declaró estar dispuesta a unírsele.

Tras la lucha de seis meses por conseguir la nominación, los candidatos enfrentarán diversos escenarios, durante la campaña, antes de tomar posesión y en la presidencia. ¿Qué pueden esperar nuestro vecino del norte, México y el mundo? Lo planteamos en el Personajes del pasado 11 de enero (2008).

Los asesinos de Kennedy, Luther King y Malcolm X ¿dejarán llegar a Obama?

¿Qué cambios habrá en la política interior de Estados Unidos?

¿Habrá otro trato para los inmigrantes ilegales?

¿Y en la exterior?

¿Qué pasará con la guerra de Irak?

¿Y con China, Corea del Norte, Irán, Israel, Palestina, Cuba, Venezuela, Colombia-Ecuador?

Si Obama ocupa la silla presidencial, habrá, desde luego, otro parteaguas en la historia de aquella nación. Basta imaginar la escena. Las visitas con Michelle, su esposa, a otras naciones: con los reyes de Inglaterra, con Sarkozy y Cecilia; con el presidente de Kenya y la visita obligada a su abuela, Sarah, que a la fecha vive en una pequeña aldea de ese país; en México, con Felipe y Margarita: la recepción que recuerda a la que se le dio a Kennedy y a Jackie.

Pero sigue pendiente la pregunta obligada, una y otra vez: ¿Cómo responderán los más conservadores de su propio país? ¿Cómo el Ku Klux Klan?

El temor se manifiesta para cada paso: ¿Podrá llegar a noviembre, al día de las elecciones? ¿Si gana, lo dejarán tomar posesión? ¿Se cruzará otro Dallas en su camino? Ojalá no.

Ojalá podamos mirar hacia atrás dentro de algunos años con la satisfacción de que ningún suceso grave empañó de nuevo la evolución del país al norte del Río Bravo.

Ojalá le permitan a un presidente de color terminar con las guerras inútiles y lo dejen dar un trato mejor a los latinos que cruzan la frontera de manera ilegal con el único objetivo de buscar trabajo para dar una vida mejor a sus familias.

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